miércoles, 30 de julio de 2014
Sé ridículo, finge.
Publicado por La dama detrás de la historia en 13:23 0 comentarios
Es tremendamente sencillo entregarse a las rutinas estúpidas y a los convencionalismos sobre lo que hay que hacer, lo que hay que pensar, lo que hay que sentir, ridículo, ¡todo es ridículo!
Aún más sencillo es fingir que se está bien, que se es exitoso porque se tiene dinero en el bolsillo o porque "amaneciste de una pieza y muchos no pueden decir lo mismo"; es sencillo fingir que el día siguiente será menos miserable por el simple hecho de que es un mañana y por ende hay una nueva posibilidad para mejorar, para "crecer y ser una mejor persona" ridículo, ¡todo es ridículo!
Aún en la adultez sigue siendo sencillo tirar la piedra y esconder la mano, tan sencillo como cerrar los ojos y pretender que no detestas todas y cada una de las partículas a tu alrededor, desde el aire que respiran los otros hasta el espacio que ocupas con tu propio cuerpo, un cuerpo que también detestas pero que, de nuevo, "amaneció de una pieza y muchos no pueden decir lo mismo." así que ya está, respiras, te rompes los tímpanos con música alegre y cuentas hasta veinte, sientes el peso de aquello que lento pero seguro te va reptando pierna arriba, enrollándose en tu cuello y ahogando toda opción de gritar o pedir ayuda, así que lo ocultas lo mejor que puedes y finges que no es un problema, porque la mierda de vivir es que muchas veces resulta menos doloroso fingir que admitir que estás roto por dentro.
jueves, 24 de abril de 2014
El miedo.
Publicado por La dama detrás de la historia en 15:25 0 comentarios
Me gusta creer que escribo para mí, no para lo que los pocos desocupados que se pasan por aquí esperen o quieran leer de mí (de hecho, ¿siguen habiendo desocupados? posiblemente no.). Hoy me siento en la onda del miedo.
El miedo se supone que es una condición normal, biológica, natural, innegable de nosotros, pobres seres humanos, pero ¿qué se hace cuando el miedo se convierte en una constante en tu vida?
Tengo miedo a muchas cosas, y lo curioso es que con el paso del tiempo en lugar de disminuir, el listado de mis miedos parece crecer más y más: le temo a los sapos, a la muerte, a que me diagnostiquen una enfermedad grave, al silencio, a salir de casa y no volver, al cambio, al fracaso..... supongo que es parte de ser humanos, entre más vives más enfrentas y más situaciones te hacen cuestionar tu zona de comfort y tus propios límites, comienzo a creer que crecer no se trata de hacerse el valiente, sino de reconocer que a pesar de los miedos se es más fuerte, más grande y más valioso que aquello a lo que se teme.
Me gustaría creer que algún día el miedo se irá del todo, o al menos, se hará más llevable, pero lo cierto es que, a veces, admitir la derrota y esconderse bajo una montaña infinita de animales de peluche, cobijas y almohadas suena más práctico que seguir luchando contra aquello que con tanto ahínco y paciencia te persigue día tras día, ¿quién demonios le dijo al miedo que estaba bien jugar conmigo? de día, de noche, estando en la Iglesia, ¡en todas partes!
Si el miedo nos hace más humanos entonces me gustaría simplemente no ser humana, pero si lo pienso con calma, en realidad, todos los seres sienten miedo, por el simple hecho de que todos los seres, quieran o no, aman algo. A sí mismos, a su esencia, a aquello que les dio vida, y si aman algo temerán perder ese algo, ¿o no? (desvariar en exceso, otro de los miedos a agregar a mi lista.)
Incluso, le temo a las telarañas de este blog, es difícil perderte en tus propias palabras cuando le has tomado miedo a lo que tu propia mente puede fabricar....
viernes, 27 de diciembre de 2013
Mi amigo el Vikingo
Publicado por La dama detrás de la historia en 7:02 0 comentarios
En ocasiones te topas con personas que de un momento a otro te alegran la tarde, y eso me pasó con el "Vikingo". Así lo llaman sus compañeros de la empresa de transportes en que trabaja y me recordó a Papá Noel: cabello blanco, bigote adorable y ojos claros y bonitos, un rostro bastante ameno con el que encontrarse luego de casi 20 minutos esperando en la escalofriante carrera décima de Bogotá a que un bus se apiadara de llevarnos a mí y a la enorme bolsa con refractarias de vidrio que llevaba.
No solo me dejó ir en la cabina con él, (cosa que no pasa a menudo) sino que me contó algunas de las muchas historias sobre sus andares por las vías bogotanas, pero no desde la perspectiva que acostumbramos oír e incluso contar de nuestra propia piel (esa en la que todos los conductores son unos guaches y la ciudad es una mierda) sino de la del hombre que trabaja 18 horas al día haciendo recorridos de 4-6 horas por ruta (así es, tal vez la ciudad sí sea una mierda) y que por no dejarse robar casi pierde la visión porque "el ampón ese" rompió los vidrios de su vehículo y en consecuencia, el Vikingo estuvo 5 días expulsando esquirlas de vidrio de sus ojos.
Muchas historias, muchas cuadras, pocos semáforos en verde, pero al Vikingo no parecía importarle en absoluto, incluso negociaba con los jóvenes de la 53 que acostumbran pedir "que si porfa los lleva por dos mil". Manejaba con la tranquilidad de quien lleva años, quizás décadas al volante, y no se preocupada por el frenético timbre que le pedía parar en una esquina onoportuna "hay que parar cuando hay que parar" sabio consejo el de mi amigo conductor.
Al acercarse a la parada final (y en la que todos nos bajábamos, bendito sea el sol por todavía seguir ahí arriba) el Vikingo suspiró y me dijo "tenga mucho cuidado por favor, estamos en una ciudad de locos... Ah sí, ¡y feliz año!"
Mientras cruzaba la calle rumbo a mi casa concluí que, ya que no suelo toparme con gente tan amable en mi diario vivir, comienzo a creer que el "Vikingo" era en realidad Santa Claus, y ahora los trineos son busetas que pasan por los lugares más inesperados de la ciudad....
No solo me dejó ir en la cabina con él, (cosa que no pasa a menudo) sino que me contó algunas de las muchas historias sobre sus andares por las vías bogotanas, pero no desde la perspectiva que acostumbramos oír e incluso contar de nuestra propia piel (esa en la que todos los conductores son unos guaches y la ciudad es una mierda) sino de la del hombre que trabaja 18 horas al día haciendo recorridos de 4-6 horas por ruta (así es, tal vez la ciudad sí sea una mierda) y que por no dejarse robar casi pierde la visión porque "el ampón ese" rompió los vidrios de su vehículo y en consecuencia, el Vikingo estuvo 5 días expulsando esquirlas de vidrio de sus ojos.
Muchas historias, muchas cuadras, pocos semáforos en verde, pero al Vikingo no parecía importarle en absoluto, incluso negociaba con los jóvenes de la 53 que acostumbran pedir "que si porfa los lleva por dos mil". Manejaba con la tranquilidad de quien lleva años, quizás décadas al volante, y no se preocupada por el frenético timbre que le pedía parar en una esquina onoportuna "hay que parar cuando hay que parar" sabio consejo el de mi amigo conductor.
Al acercarse a la parada final (y en la que todos nos bajábamos, bendito sea el sol por todavía seguir ahí arriba) el Vikingo suspiró y me dijo "tenga mucho cuidado por favor, estamos en una ciudad de locos... Ah sí, ¡y feliz año!"
Mientras cruzaba la calle rumbo a mi casa concluí que, ya que no suelo toparme con gente tan amable en mi diario vivir, comienzo a creer que el "Vikingo" era en realidad Santa Claus, y ahora los trineos son busetas que pasan por los lugares más inesperados de la ciudad....
jueves, 17 de octubre de 2013
Broken (English version).
Publicado por La dama detrás de la historia en 11:32 0 comentarios
Sometimes we try to convince ourselves. We say "it is not a bad life, just a bad day". But I feel broken inside, and pain only leads to more pain.
People loves to believe they have total control of their lives and the situations they face, when truth is, everything sucks big time and there's no escape or a way to heal.
I think I finally feel the people who kill themselves. It is not always about being attention seekers, because they tried that already, and realized that in real life no one cares for nothing but their own lives, and no one is particularly indispensable, nobody cares for you and nobody ever has time enough to try to get what you mean. There's always somebody waiting for you to fall, someone waiting for you to fail so they can say "I told you" and replace you, someone waiting for being right at the end of the day so they can step over you, after all, what is life but a wild race to hurt other people in order to feel better with who you are?
No, no one gives a fuck on me.
No, it doesn't have a solution.
No, you don't get what's going on just because you always have better stuff to do.
No, is not that bad, not for you, at least.
No, is not the end of the world, but it is for mine.
No,I don't want or need you to help me, truth is no one can.
No, I don't want to kill myself, I am afraid it would make /way/ too many people happy.
But I don't wanna stay alive either, does that make any kind of sense?
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