lunes, 20 de junio de 2011

Ayer vestías de rojo

Ayer vestías de rojo, contrastabas con el verde de las montañas a nuestro alrededor.
Yo, vestía de negro, por el luto de la ausencia que hace tanto tiempo presentía.
Yacías en el césped, y yo acariciaba tus labios, ahora fríos, muertos.... antes eran tan dulces, tan cálidos, así nunca los hubiera podido probar....
La brisa de Julio mecía tu cabello castaño, y yo no estaba preparada para dejarte ir, así el polvo de estrellas a nuestro alrededor amenazara con raptarte de mi lado para siempre, justo como lo había hecho vida tras vida.
Susurré en tu oído todo lo que siempre había querido decir. Tantas palabras atropeyándose entre sí para salir y quedar cautivas en tu mente para siempre, así no las escucharas como quisiera que lo hicieras.

Te amo
Te esperé y no me viste.
 Muerto estás, así no debían ser las cosas.
Quédate conmigo por favor,
aún hay tiempo para los dos,
dame tu mano.....

Pero todo era en vano, intenté sujetar tu mano, ahora tan transparente y difusa.
Observé tus tristes ojos por última vez, y los cubrí con el dorso de mi mano derecha mientras te besaba como siempre había querido y necesitado hacerlo. Sabías a dolor, a soledad, incluso a sarcasmo, todo ello opacado por el dulcísimo, tal vez demasiado, sabor de la muerte que ahora te había poseído.

Abrí los ojos y el polvo de estrellas te había raptado, ahora eres uno de ellos, una constelación más en el azul infinito del cielo. Un alma tan lejana y distante...... más que cuando ambos éramos humanos.
Previous Post Next Post Back to Top