martes, 22 de mayo de 2012

Loved


¿Por qué será que a los poetas les gusta tanto el firmamento? La promesa de lo eterno es lo que se esconde entre sus estrellas y cometas, en los mundos y constelaciones infinitas que nos recuerdan constantemente lo pequeño de nuestro ser, lo mínimos que somos comparados con el azul de la noche, con el bosque y sus susurros, con la noche y sus secretos guardados para siempre en algún rincón de la memoria de los muertos que ya no están y que amaron hasta el fin.

La noche parece eterna al lado del tiempo. Miles de sombras danzando en medio del fuego de sus ojos, bastó una noche para soñar que la amaba y llenar así todo su mundo de luz, siendo un amor tan grande que los hacía lucir pequeños al lado de tan infinito universo construido para dos simples y humanos amantes.

Moviéndose al ritmo del canto del ruiseñor siguen saltando de galaxia en galaxia, de planeta en planeta, cada mundo más dulce y profundo que su antecesor, parecía un milagro que aquellos humanos ojos fueran testigos de tan magnífica grandeza, pero finalmente es esa bella durmiente en el bosque la que hace que el poeta vuelva a la tierra y con él su deseo de tenerla, el cielo y sus constelaciones son ahora los pequeños, nada importa al lado de tener a esa persona amada, tal vez sea eso lo que haga que los poetas recurran al cielo para escribir, ¿qué importan las galaxias y las noches estrelladas si se tiene al lado a la persona amada? Todo parece pequeño, nada es perfecto salvo esa persona, a veces desearía ser poeta, poder jugar con las palabras y dejar marcas imborrables en el tiempo y el espacio, no tiene que ser el espacio de los libros de historia, sólo el de un pequeño momento retratado para siempre en la mente de unos pocos.

Escuchemos la voz de las armonías que el universo ha construido para nosotros, vivamos maravillados el embeleso de las noches y el suspiro de la cambiante luna que nos ve desde la distancia y cambia junto con nosotros, no importa que no concluyamos nada, sólo crucemos el umbral del tiempo y quedémonos allí escondidos para nunca tener que decir adiós…

Quizás todos seamos poetas, sólo que no sabemos asumir dicha misión todavía, nos falta la luz del amor y la sangre de la experiencia corriendo por nuestras venas, tal vez algún día podamos saltar de mundo a mundo, sin importar siquiera el pasado o el futuro, sólo los segundos y los minutos de lo que canten nuestras voces y lo que oculten nuestros silencios cuando oigamos el ruido de la ciudad y olvidemos oir a nuestras mentes y nuestros corazones.

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