lunes, 1 de agosto de 2011

Ansiedad

 Envuelta en un manto de silencio, frágil y pequeña te deslizas por la vida.
 Como pluma encendida en llamas de indiferencia, los días se consumen y desgastan pensando en él.
 Lloras creyendo que las lágrimas apagarán el incendio, que correrán como ríos susurrantes e incesantes  hasta traerlo de regreso a tus brazos: llegará flotando en una barca de madera, atado de pies y manos y dispuesto a no fallarte esta vez.

Continúas llorando y comienza a oirse música: calmada, rítmica e infinitamente dulce. No pretende acallar tus sollozos, por el contrario, los musicaliza y te invita a llorar aún más.


Sujetas en tus manos aquel último pétalo de rosa, ése que puso en tus labios a manera de adiós definitivo, y aunque está seco no puedes dejar de pensar en él y en lo que fue, pero que para tu tristeza ya no será....

Escrito a las 8:05 del 25 de Julio.

0 comentarios:

Previous Post Next Post Back to Top